miércoles, 25 de julio de 2012

Ante la envidia: La humildad


A lo largo de la vida pasan muchos tipos de personas por nuestras vidas, unas muy buenas y otras nefastas que te dejan un gran vacío en la vida por no saber enfrentarlos… Pero, ¿por qué lo permitimos? Por humildad, porque no sabemos ser como ellos, no podemos ser altaneros, no queremos más gloria que la nuestro Dios nos da… Pero este tipo de personas viven para si mismos, y si están cerca tuyo te contaminan. Las personas que viven para si mismos son seres de muy baja estima personal, y siempre necesitan de aliados para sentirse seguros en su entorno.

Estoy hablando de las personas ENVIDIOSAS.

Las personas envidiosas no soportan aquello que te rodea, tus logros, tus amores, lo detestan todo. Y por ello, sumidos en sus envidias, se dedican a hacerte la vida a cuadritos y a manipularte para que te sientas culpable de cosas que realmente no son ciertas.

¿Cómo podemos detener estos ataques?

Con Humildad, hace poco hablando del tema alguien me decía que había que respirar. Sí amigos, hay que respirar, sentir como nuestro Señor nos llena de bondad y sabiduría y confiar que sabe cuando actuar y poner punto final a las cosas. Pero mientras estés viviendo esa situación parece que nada te ayudará, porque la Envidia es algo muy contaminante, pero créanme amigas, nada puede con Dios que es quien nos protege de todas esas cosas, hay que aprender a estar solas y respirar muy fuerte, así las cosas se irán ordenando en nuestra vida.

Y nunca olvidar cuan humilde fue nuestro Señor, seamos lo que Él fue para el mundo, un ejemplo de humildad, ya llegará el tiempo en el que Dios ponga en su sitio a todos aquellos que ahora te hacen tanto mal.

Confórmate con lo que tienes, no quieras más porque eso te volverá vacía y banal. Valora las cosas que tienes fuera de ti, la naturaleza, los ríos, la buena música, una buena amistad, una conversación en la cual saldrás fortalecida…

No te dejes aplastar por ese tipo de gente que no sabe vivir.

Enséñales, con tu humildad, a ser buena gente, que puedes ser tan Inteligente o más que todos ellos, pero que prefieres callar y que Dios sea tu portavoz.

La envidia es algo muy insano, aléjate de los envidiosos, sigue siendo la persona que eres, buena y sencilla. Dios nunca va a estar con los “genios”, siempre estará con el humilde y servidor, siempre estará para ayudar a quien caído se encuentre.

Recuerda que sus mejores discípulos sólo fueron pescadores y personas sin estudios, sólo quería su corazón, no quería ni riquezas, ni super mujeres u hombres, sólo personas decentes y sobre todo… ¡Humildes!

recuperando la espontaneidad

Recuperando la espontaneidad Después de cierto tiempo y algunas experiencias, cualquier persona que haya recorrido un tramo de la búsqueda de sí mismo se da cuenta de que está solo. Que cualquier autoridad de la que depende para sus creencias es un apego que finalmente resta energía a la búsqueda. Cuando se deja de malgastar tiempo y energía escuchando y siguiendo a otros que nos dicen qué tenemos que hacer y cómo lo tenemos que hacer, esto nos reconecta y nos devuelve una energía tremenda y nos da un nuevo impulso. En este caso genuino y maduro. Cuando se abandona toda dependencia de otro en cuanto a la conducta, a la integridad y la honestidad se puede empezar a observar, de forma auténtica, de primera mano, lo que somos. Todos nosotros nos enfrentamos al misterio de la existencia y, por tanto, nadie lo puede resolver por nosotros. En todo caso nos impondrán sus conclusiones y condicionarán nuestra propia experiencia.Rodeados de inseguridades, exigencias y presiones la mayoría recurrimos a alguien para que nos guíe y nos diga lo que tenemos que hacer. Y las personas que ocupan ese lugar suelen ser carismáticas y manipuladoras. Cedemos a sus persuasiones y aceptamos su condicionamiento. Y lo único que conseguimos es vivir nuestra vida de segunda mano, nuestra mente se vuelve mecánica y perdemos la creatividad, la espontaneidad y la autenticidad. “Llega un momento en que tenemos que aceptar una realidad difícil: solo una mente que es realmente capaz de valerse por sí misma, en el sentido de no adherirse a ningún grupo, a ningún partido o comunidad, a ningún conjunto de dogmas, creencias y conclusiones, o líderes,puede dejar de ser mecánica para empezar a ser creativa”. (Krishnamurti). Ahora bien, desprenderse de esos apegos y no delegar nuestra experiencia no es nada fácil. En nuestra mente hay una batalla constante entre la percepción directa y el control. El pensamiento tiende a controlar para adaptarse al entorno y a las expectativas de los demás o para ser alguien. El objetivo es ser aceptados y evitar el rechazo y el dolor. Pero este mecanismo, que busca seguridad, tarde o temprano, nos aprisiona. Nos cuesta habitar en la incertidumbre, por ello nuestro pensamiento se activa buscando control y seguridad. Y se adhiere a creencias, conclusiones, estructuras sociales, líderes… pero son falsas seguridad es porque nuestra mente ya no se apoya en la propia percepción sino en la idea o conclusión que hemos extraído nos han impuesto terceras personas u organizaciones. De este modo funcionamos mecánicamente y no podemos comprender las cosas tal y comos son. Una mente que funciona en percepción directa en cada instante sin una conclusión que le ponga fin es creativa. Está viva, despejada y es invulnerable, mientras que una mente que funciona a partir de conclusiones se vuelve mecánica y puede ser herida. La percepción directa solo existe cuando nos movemos constantemente de percepción en percepción, de acción en acción. El pensamiento se silencia y recuperamos la espontaneidad. O tal vez no.
Son nuestros amigos los que nos enseñan nuestras faltas,no los que nos adulan. Pitágoras

sábado, 7 de marzo de 2009

El Pájaro del Alma

Hondo, muy hondo,dentro del cuerpo habita el alma. Nadie la ha visto nunca pero todos saben que existe. Y no sólo saben que existe, saben también lo que hay en su interior. Dentro del alma, en su centro, está, de pie sobre una sola pata, un pájaro: el Pájaro del Alma. El siente todo lo que nosotros sentimos. Cuando alguien nos hiere, el Pájaro del Alma vaga por nuestro cuerpo, por aquí, por allá, en cualquier dirección, aquejado de fuertes dolores.
Cuando alguien nos quiere, el Pájaro del Alma salta,dando pequeños y alegres brincos, yendo y viniendo, adelante y atrás. Cuando alguien nos llama por nuestro nombre, el Pájaro del Alma presta atención a la voz para averiguar qué clase de llamada es ésa. Cuando alguien se enoja con nosotros, el Pájaro del Alma se encierra en sí mismo silencioso y triste. Y cuando alguien nos abraza, el Pájaro del Alma, que habita hondo, muy hondo, dentro del cuerpo, crece, crece, hasta que llena casi todo nuestro interior. A tal punto le hace bien un abrazo.
Dentro del cuerpo, hondo, muy hondo, habita el alma. Nadie la ha visto nunca ,pero todos saben que existe, Hasta ahora no ha nacido hombre sin alma. Porque el alma se introduce en nosotros cuando nacemos, y no nos abandona ni siquiera una vez mientras vivimos. Como el aire que el hombre respira desde su nacimiento hasta su muerte.
Seguramente quieres saber de qué está hecho el Pájaro del Alma. ¡Ha! Es muy sencillo: está hecho de cajones y cajones; pero estos cajones no se pueden abrir así nada más. Cada uno está cerrado por una llave muy especial. Y es el Pájaro del Alma el único que puede abrir sus cajones. ¿Cómo? también esto es muy sencillo: con su otra pata. El Pájaro del Alma está de pie sobre una sola pata; con la otra - doblada bajo el vientre a la hora del descanso - gira la llave, moviendo la manija, y todo lo que hay dentro se esparce por el cuerpo. Y como todo lo que sentimos tiene su propio cajón, el Pájaro del Alma tiene muchisimos cajones.
Un cajón para la alegría y un cajón para la tristeza, un cajón para la envidia y un cajón para la esperanza, un cajón para la decepción y un cajón para la desesperación, un cajón para la paciencia y un cajón para la impaciencia. También hay un cajón para el odio y otro para el enojo, y otro para los mimos. Un cajón para la pereza y un cajón para nuetro vacío, y un cajón para los secretos más ocultos (este es un cajón que casi nunca abrimos). Y hay más cajones. También tú puedes añadir todos los que quieras. A veces el
hombre puede elegir y señalar al pájaro qué llaves girar y qué cajones abrir. Y a veces es el pájaro quien decide. Por ejemplo: el hombre quiere callar y ordena al pájaro abrir el cajón del silencio; pero el pájaro por su cuenta, abre el cajón de la voz, y el hombre habla, habla y habla.
De todo esto podemos entender que cada hombre es diferente por el Pájaro del Alma que lleva dentro. Un pájaro abre cada mañana el cajón de la alegría; la alegría se desparrama por el cuerpo y el hombre está dichoso. Porque sucede que el Pájaro del Alma nos llama, y nosotros no lo oímos. ¡Qué lástima! El quiere hablarnos de nosotros mismos, quiere platicarnos de los sentimientos que encierra en sus cajones. Hay quien lo escucha a menudo, hay quien rara vez lo escucha y quien lo escucha una sola vez. Por eso es conveniente ya tarde, en la noche, cuando todo está en silencio, escuchar al Pájaro del Alma que habita en nuestro interior, hondo, muy hondo, dentro del cuerpo.